Desde tiempos inmemoriales, han existido relatos mágicos sobre los portales.
La arquitectura y la literatura le han brindado protagonismo como espacios que dieron lugar a grandes eventos históricos, reconocimiento a civilizaciones y hasta identidad a personajes de la ficción.
Por su parte, la aparición de la web cargó a este término de un valor simbólico resolutivo: un portal nos permite acceder a información específica de un tema en particular.
¿Qué lugar le brinda el arte y en particular las imágenes construidas con la técnica del collage
a un portal?
Walden e Ishtar:
portales a las grandes preguntas de la humanidad
por Cecilia Medina
Geometrías y patrones fueron los ejes que Santiago Estellano marcó como lineamientos en los trabajos que hoy se presentan en MORAR. A través de la técnica del collage, construye imágenes que desafían la mirada. Con meticulosidad y criterio, el artista elige las líneas que marcarán un límite entre lo que vemos y lo que creemos ver.
Tal es el caso de aquellas obras en cuya composición se encuentra el triángulo de Penrose. Conocido como la imposibilidad en su forma más pura, este objeto fue creado por el artista sueco Oscar Reutersvärd[1] y redescubierto por el físico Roger Penrose[2] quién le dió su popular descripción.
En el centro de la sala y en altura se puede observar una pirámide con base triangular cuyos lados están compuestos por el triángulo de Penrose. El objeto de imagen imposible ha sido posible de generar a partir de una composición 3D. La decisión de que sus costados se encuentren cubiertos por espejo nos impone la obligación de reconocernos como parte de algo mucho más complejo de lo que podemos describir con palabras. Porque al girar nuestro cuerpo en el espacio, la perspectiva nos modifica el modo de percepción: vemos y no vemos una forma única cerrada, vemos y no vemos los ángulos que la conforman como objeto.
¿Qué es entonces lo que podemos ver con certeza?
Siempre hemos querido clasificar y ubicar en lugares definibles a todo lo que nos rodea. Eso nos brinda la tranquilidad necesaria para sobrevivir. Si lo podemos nombrar pues entonces existe en esa forma y contexto en el cual las palabras lo contienen.
Ante las obras de arte contemporáneo esta necesidad surge y nos mantiene en una tensión constante. Quizás el hecho de ver imágenes que, como los collages analógicos de Estellano se construyen a su vez de otras imágenes, aumenta el nerviosismo de las mentes y las almas que necesitan intelectualizar lo que ven. Y más aún, es curioso que tratándose de geometrías, y siendo ésta una rama de las matemáticas que estudia las propiedades y magnitudes de las figuras en el plano o en el espacio, resulte -en tanto obra de arte- tan enigmático.
Quizás nos ayude la idea de arqueología de la obra de arte que retoma más cerca de nuestros días Giorgio Agamben de la ya propuesta por Michel Foucault: “la indagación sobre el pasado no es sino la sombra proyectada de una interrogación dirigida al presente”[3] ¿Son entonces las imágenes intervenidas a través del collage signo de esa interrogación?
Sobre la mesa de la biblioteca varias obras sin enmarcar dan cuenta de la rica producción de Estellano. En un lateral de este espacio más sosegado, el clima intimista del bosque se transforma en la fiel imagen del Walden de Thoreau. Cada fracción de la obra amplifica el sentido de la experiencia vivida por el escritor, poeta y filósofo estadounidense, quién habitó durante dos años, dos meses y dos días una cabaña construida por él mismo.
Consideremos la posibilidad de que las obras hoy expuestas en el museo sean portales. Pueden ser mágicos, energéticos o como los define la tecnología: formas de fácil acceso a una serie de recursos relacionados con un tema dirigidos a resolver necesidades de información específica de una forma particular[4].
También podríamos pensarlos como aquellas puertas de ingreso a las ciudades o templos en momentos donde las arquitecturas monumentales se encontraban a grandes distancias entre sí.
El Arco de Triunfo creado por Durero a pedido de Maximiliano I es el protagonista de la obra que se encuentra antes de ingresar a la biblioteca. Este encargo que el famoso artista alemán recibe luego de retratar al Emperador del Sacro Imperio Romano es una densa imagen dedicada a la gloria y al poder, cargada de información genealógica e histórica, cuyo objetivo era retratar los logros del linaje Habsburgo. La decisión de Estellano de tomar esta imagen y hacer de ella muchas más, podría leerse como un merecido homenaje a uno de los artistas más famosos del renacimiento alemán al tiempo que abre camino al valor narrativo asignado a los detallados símbolos utilizados por el autor.
Ishtar, una de las ocho puertas de acceso al templo Marduk en Babilonia -de quince metros de altura y veinticinco metros de ancho- sin duda habrá conmocionado a quienes la contemplaron. Construida cinco siglos antes de Cristo por Nabucodonosor II esta muralla de adobe cubierta de cerámica vidriada se destacó por el color azul del lapislázuli el cual la hacía única e inconfundible entre los rojizos tonos de los muros de su alrededor.
Es imposible para mí, y quizás también lo sea para cualquier otra persona que haya tenido la posibilidad de estar parada frente a la puerta de Babilonia, el expresar en palabras las sensaciones que esta construcción humana produce. Si en la actualidad es impactante ¿qué habrá sentido el habitante de Babilonia tantos siglos atrás?
Los Portales de Santiago Estellano proponen llevarnos a ese lugar, al de las grandes preguntas que en forma recurrente enfrenta la humanidad y que afortunadamente el arte nos invita y ayuda a transitar.
Cecilia Medina
[1] Oscar Reutersvärd, artista pionera de los objetos imposibles, Suecia 1915-2002.
[2] Roger Penrose, físico matemático británico, nacido en el Reino Unido en 1935.
[3] Creación y anarquía. La obra en la época de la religión capitalista. Giorgio Agamben. Adriana Hidalgo Editora, 2009.
[4] Definición del Diccionario de la Real Academia Española, Agosto 2024.